Viviendo con lo Ineludible: Alfredo Ovalle.
- Mariola Anna Alsina
- 3 jul
- 13 Min. de lectura
"Morir es un evento sagrado" "Salir del cuerpo y transformarse volando así a lo mas alto en la dimensión del amor"
Alfredo Ovalle, escritor y filósofo, ha dedicado gran parte de su vida al estudio de los grandes místicos, y al impacto de la espiritualidad, la filosofía y la religión en la sociedad actual. Viaja constantemente por el mundo para contactarse con maestros del no-dualismo.
Hablamos con él sobre su impactante obra, Viviendo con lo Ineludible. Aceptar la Muerte de forma Consciente . Alfredo nos comparte su inspiración y trabajo : la vida y la muerte son sagradas .La muerte es una puerta de transición a otra vida. Todos los grandes maestros espirituales, muestran como vivir con lo ineludible todos los días de nuestra existencia.
Alfredo Ovalle (Sanjiva) nació en Chile, estudió en su país de origen, en Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. Actualmente reside en Serenbe, Georgia, Estados Unidos, donde trabaja como empresario y facilitador en el tema de vivir y morir en forma consciente.

Alfredo Ovalle. Bután.
1. Usted escribe : "Nuestros antepasados tenían un acercamiento mas cotidiano hacia la muerte, cuando el médico llegaba solía decir que era mejor no mover al enfermo. " En cambio, ahora, muchos enfermos o ancianos, mueren sedados, y no se pueden ni despedir de sus familiares". ¿Qué ha sucedido para este cambio tan grande en este proceso?
Efectivamente, nuestros antepasados convivían más de cerca con la muerte. Ocurría en casa, en presencia de la familia, sin tantos aparatos ni protocolos. La muerte era parte del ciclo de la vida, y no algo que había que esconder o retrasar en forma injustificada.
Hoy, en cambio, la medicina se destaca como ha avanzado enormemente en su capacidad de prolongar la vida, pero muchas veces lo hace a costa de la calidad y del sentido del final.
La muerte se ha “medicalizado”, se vive en hospitales, en unidades de cuidados intensivos, con fármacos que sedan al paciente hasta desconectarlo del mundo.
Este cambio tiene raíces culturales, tecnológicas y también económicas. La ciencia ha reemplazado en parte a los rituales y a la sabiduría popular; y a veces, el miedo a la muerte y la esperanza de un milagro prolongan tratamientos que, en realidad, impiden una despedida digna. Pero también vemos como en forma irresponsable algunos toman decisiones médicas que no respetan lo que el paciente quiere y hacen conclusiones precipitadas graves.
Lo que se ha perdido además en ese proceso es el espacio para lo humano: la conversación final, el gesto, la mano tomada, la posibilidad de decir adiós cuando llegue el momento.
Ya es tiempo de repensar cómo queremos morir, así como hemos aprendido bastante a decidir cómo queremos vivir.
Ya es tiempo de repensar cómo queremos morir, así como hemos aprendido bastante a decidir cómo queremos vivir.
2. En su libro cita el ejemplo de la oruga que se transforma en mariposa, como el ejemplo de la transformación que se da en la muerte. ¿Esta la sociedad occidental actual demasiado imbuida en el materialismo para poder alcanzar a comprender el significado de este ejemplo ?
Es una muy buena pregunta. El ejemplo de la oruga que se transforma en mariposa apunta a una idea profundamente espiritual: que la muerte no es un final absoluto, sino una transformación, un paso hacia otra forma de existencia.
Sin embargo, en muchas sociedades occidentales actuales, dominadas por una visión materialista y racionalista, cuesta mucho aceptar algo que no se pueda ver, medir o demostrar. La muerte se ha vuelto un tabú, algo que se evita nombrar, como si ignorarla la hiciera desaparecer.
El ejemplo de la oruga que se transforma en mariposa apunta a una idea profundamente espiritual: que la muerte no es un final absoluto, sino una transformación, un paso hacia otra forma de existencia.
Esa desconexión con lo simbólico, con lo espiritual, con los ciclos naturales de la vida, hace que ejemplos como el de la mariposa parezcan casi ingenuos, cuando en realidad encierran una sabiduría muy profunda.
Tal vez recuperar esa mirada más amplia —que no excluye la ciencia, pero tampoco la reduce a lo único visible— sea una forma de volver a darle sentido a lo que significa morir… y también a lo que significa vivir.
Existe esta tendencia de separar vida y muerte. La mente realiza ese ejercicio en forma frecuente e innecesaria.
3. Comprender y reconocer lo efímero de nuestra vida en el plano físico, significa dar un paso adelante en el crecimiento de nuestra consciencia. ¿Qué cambio de actitud ante la vida puede aportar el ser consciente de la fragilidad de la vida material?
Reconocer la fragilidad de la vida material puede ser, paradójicamente, una fuente de gran libertad. Cuando comprendemos de verdad que nuestra existencia es efímera, muchas cosas que antes parecían urgentes o importantes pierden peso: el ego, la acumulación, el apego, el miedo al juicio ajeno.
Ese despertar nos invita a vivir con más presencia, a valorar lo esencial: los vínculos, el amor, la belleza de lo simple, la meditación, el momento presente. También puede despertar en nosotros una mayor compasión, al ver que todos compartimos esa misma vulnerabilidad.
En lugar de paralizarnos, la conciencia de la muerte puede empujarnos a vivir más plenamente, a elegir con más claridad cómo queremos vivir y qué huella queremos dejar.
Aceptar nuestra finitud no es resignarse, es asumir con madurez que cada día cuenta —y que la vida, justamente porque es frágil, es también profundamente valiosa.

Buda no hubiera sido Buda, sino hubiera pensado en la muerte
4. Una reflexión muy interesante, brillante : " Buda no hubiera sido Buda, sino hubiera pensado en la muerte" ¿ Comprender la muerte, significa entrar en un conocimiento profundo del ser humano, en toda su verdadera inmensidad?
Sí, comprender la muerte es, en muchos sentidos, comenzar a comprender la esencia misma del ser humano. La muerte no es solo un final biológico, es un espejo que nos confronta con lo que realmente somos, más allá de los roles, las posesiones y las máscaras que usamos a diario.
Buda, al salir de su palacio y ver la enfermedad, la vejez y la muerte, no huyó de esas realidades: las convirtió en el punto de partida de su camino hacia la sabiduría y la iluminación. Comprender la muerte, en ese sentido, no es obsesionarse con ella, sino dejar que nos revele qué importa de verdad.
Cuando abrazamos esa verdad con humildad, cuando dejamos de negarla o temerla, accedemos a una dimensión más profunda de nuestra conciencia. Vemos que hay algo en nosotros —llámese alma, presencia, o simplemente conciencia— que no se agota con el cuerpo. Y desde ahí, desde esa comprensión, nace una vida más plena, más verdadera. Es una liberación que la mayoría solo la vamos a descubrir cuando llegue el momento de partir.
Repito muchas veces en mi libro : “No somos el cuerpo, no somos la mente “ ya que eso no perdura .. debemos descubrir cada uno de nosotros que podemos llevar con nosotros de esta vida finita e invertir nuestra energía en ello.
5. Resalta en su obra que el 80% de los médicos fallecen en sus casas. Es este un dato muy significativo que nos lleva a cuestionar que tal humanización o deshumanización existe actualmente en los hospitales, en enfermos graves o terminales. Los familiares prefieren que su ser querido fallezca sin darse cuenta, a realizar un verdadero ritual de despedida. Veo aquí una paradoja entre lo que hace el médico a los demás, y lo que después decide para sí mismo. ¿Cómo explica esta situación de frialdad actual ?
Efectivamente, es una paradoja muy reveladora. Que la mayoría de los médicos prefiera morir en casa, rodeados de los suyos, alejados de tubos, monitores y procedimientos invasivos, eso nos dice mucho. Ellos conocen desde dentro los límites de la medicina y saben que, en muchos casos, el encarnizamiento terapéutico no alivia, sino que prolonga el sufrimiento y despoja al paciente de humanidad.
Esta elección contrasta con lo que muchos pacientes viven, donde la muerte ocurre en entornos hospitalarios fríos, medicalizados, sin espacio para el rito, el silencio o la despedida. A menudo, por miedo o por no saber cómo acompañar el proceso, los familiares aceptan la sedación profunda como única salida, como si fuera más compasivo no mirar, no estar.
La situación refleja una sociedad que ha perdido el vínculo con el morir como un acto humano, íntimo y trascendente. En vez de abrir espacio a lo simbólico, a lo afectivo, se delega en protocolos y máquinas lo que antes era compartido por la comunidad, la familia y el alma.
Tal vez el ejemplo de los médicos —que con conocimiento eligen otro final— pueda servirnos de espejo para cuestionar si no deberíamos recuperar una forma más consciente, más digna y más humana de morir.
Como se dice habitualmente la guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los militares, por lo mismo la muerte es demasiado importante como para dejarla en manos de los médicos. Es importante empoderarse y manifestar lo que uno quiere.
6. Cita a Osho y otros místicos valiosos por sus enseñanzas y ejemplos, en una forma muy especial y reveladora a través de todo el libro. ¿Qué es lo que mas le conmueve en cuanto a la aportación de estos líderes espirituales, a la situación de tránsito?
Lo que más me conmueve de líderes espirituales como Osho, y de otros místicos que han hablado con tanta lucidez sobre la muerte, es su capacidad de transformar el miedo en comprensión, y el dolor en posibilidad de despertar. Ellos no ven la muerte como un fracaso o una tragedia, sino como una oportunidad sagrada: el momento más íntimo y definitivo de transformación.
Osho, en particular, nos recuerda que la muerte no es el opuesto de la vida, sino el opuesto del nacimiento. Y que solo quien ha vivido con conciencia puede morir con conciencia. Esa enseñanza nos invita a preparar el tránsito no con angustia, sino con reverencia, como una parte natural del viaje, o peregrinación como la llamo en el libro.
Osho, en particular, nos recuerda que la muerte no es el opuesto de la vida, sino el opuesto del nacimiento.
Lo más revelador es cómo estos maestros han logrado devolverle a la muerte su dignidad y su misterio. En lugar de negarla, nos animan a mirarla de frente, abrazarla, a reconciliarnos con ella, y a vivir desde ese reconocimiento con más verdad, más libertad y más amor.
En tiempos donde la muerte se oculta tras cortinas hospitalarias, estas voces nos devuelven algo esencial: la posibilidad de morir en paz, y no solo de manera clínica, sino profundamente humana y espiritual.
7. La muerte se ha utilizado como castigo. Los condenados a muerte, las guerras, las desgracias. ¿Qué cambio de paradigma realizará la sociedad cuando vea la fina línea que existe entre la vida material y la vida espiritual, o la vida después de la vida, al reconocer que hay una consciencia o supra consciente que transciende la muerte?
Es cierto: durante siglos, la muerte ha sido usada como castigo, como amenaza, como fin absoluto. Se la ha asociado al sufrimiento, al dolor, a la pérdida irreparable. Pero esa visión es el reflejo de una conciencia todavía atrapada en el miedo y en la identificación total con lo material. En esto la Religión ha tenido un rol muy importante dando información sesgada.
Donde la muerte ha sido presentada con imágenes de juicio, castigo eterno o infiernos, lo que ha generado miedo profundo en generaciones enteras, como sabemos muchas instituciones religiosas usaron y han usado la muerte como instrumento de control.
Cuando la sociedad empiece a reconocer —no desde la creencia ciega, sino desde una experiencia interior— que existe una dimensión más allá del cuerpo y de la mente, un nivel de conciencia que no muere con el cuerpo, entonces cambiará todo el paradigma.
Ese reconocimiento no solo transforma la manera en que morimos, sino sobre todo, la manera en que vivimos. Si sabemos que somos más que este cuerpo y este nombre, dejamos de temer tanto al final, y comenzamos a valorar más lo verdadero, lo esencial, lo que nutre el alma.
El castigo deja de tener sentido cuando se comprende que la conciencia continúa. La guerra pierde su justificación cuando se ve la unidad entre todos los seres. Y la muerte, en lugar de ser un verdugo, puede comenzar a ser vista como un umbral sagrado hacia otra forma de existencia.
Ese cambio de mirada —del miedo a la trascendencia— no es solo un avance espiritual, es un salto evolutivo para la humanidad. Llegó el momento de que esto se manifieste y se necesita empezar por uno mismo.
Ese cambio de mirada —del miedo a la trascendencia— no es solo un avance espiritual, es un salto evolutivo para la humanidad
8. Cita también an Eckhart Tolle, como autor del Poder del Ahora. Puede una comprensión mas trascendental de la vida y la muerte, influir en como vivir mas intensamente, con mas agradecimiento, bondad y amor, el presente?
Sí, absolutamente. Eckhart Tolle, en El poder del ahora, nos recuerda que el único momento real es este instante. Y que todo sufrimiento proviene de vivir atrapados en el pasado o temiendo el futuro, especialmente la muerte. Pero cuando uno entra verdaderamente en el presente, en el ahora sin tiempo, descubre que ahí no hay miedo… hay paz. Uno se transforma en testigo y no deja que la mente nos atrape en su locura de estar siempre en el pasado y de un futuro que no existe o como dicen los budistas estar alerta de “The Monkey mind” que uno tiene en nuestra vida diaria.
Comprender la muerte desde una mirada trascendental —como una transformación y no un final— cambia radicalmente nuestra forma de vivir. Ya no estamos apurados por acumular ni paralizados por perder. Al contrario, cada momento se vuelve precioso, porque lo reconocemos como único e irrepetible.
Esa conciencia profunda nos lleva naturalmente a vivir con más gratitud, a ser más compasivos, a valorar los vínculos, la belleza de lo simple, el milagro de estar vivos. Amar, agradecer y soltar se vuelven actos cotidianos, no grandes metas inalcanzables.
Tolle, como otros maestros, nos muestra que al dejar de temer la muerte, empezamos a vivir de verdad. No desde la urgencia, sino desde la presencia. Y esa presencia es lo más cercano que tenemos a la eternidad.
9. Uno de los puntos importantes es la referencia a "una muerte digna". Esta frase se puede utilizar en forma muy equivoca, sobre todo en ciertos hospitales, y prácticas. Comprendo que se esta refiriendo, que no se debe abusar de tratamientos agresivos y penosos para intentar alargar la vida, ya que con frecuencia, se hace sufrir el enfermo en vano. Por el contrario, dejar que la naturaleza actue, ha llevado a veces a la remisión de enfermedades terminales. ¿Puede explicar su punto de vista en cuanto a esto?
Es cierto, la expresión “muerte digna” puede prestarse a confusiones, especialmente cuando se la utiliza como justificación para prácticas apresuradas o despersonalizadas. Pero en el contexto que planteo, hablar de una muerte digna no significa precipitar el final, ni renunciar a los cuidados, sino evitar el sufrimiento innecesario que provocan tratamientos invasivos cuando ya no ofrecen una verdadera esperanza de curación ni calidad de vida.
Una muerte digna es, ante todo, una muerte consciente, acompañada, respetuosa del proceso natural del cuerpo y del alma. En muchos casos, permitir que la naturaleza actúe sin interferencias excesivas no solo alivia al paciente, sino que abre espacio a procesos de sanación profunda, incluso —como bien señalas— a remisiones inesperadas.
Una muerte digna es, ante todo, una muerte consciente, acompañada, respetuosa del proceso natural del cuerpo y del alma.
No se trata de abandonar al enfermo, sino de cambiar el foco: de curar a acompañar, de prolongar a cuidar, de controlar a aceptar. Esto exige un cambio de paradigma tanto en la medicina como en la cultura: pasar del miedo al final, a la confianza en el proceso.
Cada ser humano merece una muerte con presencia, sin dolor evitable, sin soledad, y con la posibilidad de despedirse. Esa, para mí, es la verdadera dignidad del morir.
10. Afirma que "la meditación es un punto clave en el proceso de la vida, también de la muerte", Escribe : "Tu única riqueza: Recuerda, sólo lo que te puedes llevar contigo cuando abandonas el cuerpo es importante. Eso significa que, excepto la meditación, nada es importante. Excepto la consciencia, nada es importante, porque sólo la consciencia no puede ser quitada por la muerte. Todo lo demás te será arrebatado, porque todo lo demás viene de fuera" ¿Por qué la meditación es tan importante para comprender e integrar el proceso de vida y muerte del ser humano?
La meditación es esencial porque nos entrena, desde ahora, para soltar. Para observar sin aferrarnos. Para estar presentes sin identificarnos con lo que cambia. En ese sentido, es una preparación directa y vivencial para el proceso de la muerte, que es, en su raíz, un dejar ir total: del cuerpo, del nombre, de los vínculos, de todo lo que creíamos ser.
Cuando meditamos, nos vamos familiarizando con esa dimensión interna que permanece cuando todo lo demás se silencia. Esa presencia, esa consciencia testigo, es lo único que no muere. Por eso Osho —como otros grandes maestros— dice que la única verdadera riqueza es la que puedes llevarte contigo al morir: tu estado de conciencia.
La meditación nos libera poco a poco de la ilusión de permanencia del ego y de la materia. Y al hacerlo, nos enseña también a vivir de otro modo: con más desapego, más autenticidad, más en paz. Comprender la muerte desde ese espacio no es una teoría, es una experiencia directa que transforma nuestra forma de estar en el mundo.
En la vida y en la muerte, la meditación no es una técnica, es una forma de ser. Es el puente entre lo finito y lo eterno.
Según un viejo proverbio Budista dice: “Medita todos los días 20 min, si estás muy ocupado 1 hora”
La meditación no la veo como un ejercicio de solo 1 hora, debiera ser nuestra forma de ser. Pero por algo se debe partir.
Según un viejo proverbio Budista dice: “Medita todos los días 20 min, si estás muy ocupado 1 hora”
11. Me gustaría que añadiera lo que crea sea necesario para comprender mejor su trabajo y la labor que esta realizando actualmente.
Hoy viajo mucho y estoy promoviendo el libro “Viviendo con lo Ineludible”. Hago habitualmente talleres de conversación con el tema de la muerte. Sorprendido con el éxito que ha tenido una meditación guiada que está en YouTube : “Meditación sobre la muerte Sanjiva” que es muy sanadora y es una síntesis muy buena del proceso.
Soy un convencido que entender nuestra mortalidad no es un acto trágico, sino profundamente transformador. Cuando realmente integramos que nuestra vida tiene un final, algo esencial en nosotros despierta: se caen las máscaras, las urgencias falsas, el ruido del ego. Lo que queda es lo verdadero.
Saber que vamos a morir nos invita —a veces por primera vez— a vivir de verdad. A preguntarnos qué vale la pena, a reconciliarnos con quienes amamos, a soltar el resentimiento, a disfrutar lo simple. La finitud nos da foco, nos limpia de distracciones y nos recuerda que cada instante es único e irrepetible.
Aceptar nuestra muerte es también aceptar nuestra vida, con todo lo que ella implica: fragilidad, belleza, y transformación constante. Ahí comienza, verdaderamente, la libertad interior.
No estoy comunicando nada nuevo pero ya observo como todo lo que estoy haciendo está teniendo un efecto muy positivo y hermoso.
Así como una piedra que es lanzada en un lago genera círculos que se expanden más allá de lo visible, cuando has hecho las paces con la muerte comienza a irradiar una paz distinta. Escuchas mejor. Agradece más. Perdona con más facilidad. Vives sin tanta prisa. Y quienes te rodean lo perciben, aunque no sepan explicarlo.
Ese es el verdadero poder transformador de este despertar: no se queda en uno, se multiplica. Afecta cómo criamos a nuestros hijos, como nos relacionamos con nuestro entorno, cómo acompañamos a un enfermo, cómo despedimos a un ser querido, cómo celebramos lo cotidiano.

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